Luis Cepeda, Premio Nacional de Gastronomía 2016. Quid pro quo
El pasado día 14, entre los últimos calores de septiembre y los silencios de oficina, sonaba un mensaje en el móvil de Luis, de Luis Cepeda.
La oficina aún mantenía el silencio y el sonido del mensaje no distrajo a nadie. Lo normal. Seguimos a nuestro quehacer sin prestarle una neurona al mensaje. Y así hasta que Luis, entre solemne y tranquilo, nos dijo “Escuchad… La Real Academia de Gastronomía te ha concedido el Premio Nacional de Gastronomía 2016. Enhorabuena“.
En cerocoma, el silencio de la oficina se tornó en jolgorio, midiendo con gritos la ilusión que nos hacía a todos la noticia: ¡Toma ya! ¡Ole! ¡Por fin! ¡Te lo mereces! ¡Ya era hora!
Y es que es verdad, si alguien merece este Premio, es Luis. Por muchas razones que no hablan de los taitantos años de trabajo, ése mérito te lo alcanza el tiempo, sino de esos mismos taitantos de ocupación y preocupación, de dedicación constante, de esfuerzo continuo, de búsqueda preclara de nuevas soluciones para dar a conocer, divulgar, potenciar, llamar la atención, y gritar, si era necesario, que lo fue, la bondad de nuestra gastronomía como parte de nuestra cultura y como un bien que empezó siendo local y nuestro y que, gracias a la labor de personas como Luis, ha llegado a ser universal y de todos.
Luis y la gastronomía. Amor interesado
Pero no quiero confundiros. Os voy a contar un secreto. Ese esfuerzo nunca ha sido desinteresado. Ya lo he dicho.
Y es que a Luis nunca se le podrá tachar de desinteresado, porque en todo ha puesto el máximo interés. Y por eso, Luis le ha ido dando todo a la gastronomía, en la medida en la que la gastronomía le ha ido dando todo a Luis. Todo interés. Nada desinteresado.
¡Y tiene que ser así! El desinterés no tiene cabida en el amor. No nos mintamos. ¿O acaso sobreviven las parejas asimétricas, ésas en las que uno da más que el otro? Nunca. Luis siempre fue egoísta en esto. Cuanto más daba, más atención sabía que conseguía de ella. Con cada artículo, la hacía más servil a sus letras; con cada libro, más dócil a sus expresiones; con cada crónica, más suya para siempre.
Pero también, y en esto no hay duda, Luis ha sido generoso con su amante. A cada reclamo, él ha acudido; a cada llamada, ha respondido; cada regalo, lo ha agradecido. Por eso esta relación ha sido tan duradera. Por lo que se han dado el uno al otro. Quid pro quo.
Luis y su trabajo. Nunca acabar
La relación estable comenzó en los años 70, cuando Luis fue nombrado director de la revista ABE (Asociación de Barmen Españoles). Ahí surgió un amor de los de antes, que ha sido de los largos y que, por intentar resumir, diremos que en Luis pasa por haber sido autor de más de 30 libros, miembro de asociaciones como la de la Prensa de Madrid, Asociación Internacional de Periodistas de Turismo o la Cofradía del Ciento, entre otras muchas, organizador de más de una decena de eventos gastronómicos que van desde el Primer Encuentro Internacional de la Cocina del Aceite de Oliva a las Jornadas Gastronómicas de la Cocina Madrileña en México o el I Congreso de la Cocina Iberoamericana.
¿Algo más? No, mucho más. Coordinador de Programa ADAP del Fondo Social Europeo para la renovación docente de la Restauración Española, asesor gastronómico de Telecinco, cronista en El País o director de distintas publicaciones en México, su segundo país ¿o primero? o cronista para las ediciones mexicanas de Vogue o Expansión.
Y como lo suyo es no parar nunca, es director del XIII Concurso Nacional de Pinchos y Tapas, director del I Campeonato Mundial de Tapas, colaborador de la FAO, reportero y columnista de la revista Sobremesa, colaborador de Origen, Tapas, Elle–Gourmet, titular del blog Comer de Oficio…
Y más… Recientemente se ha embarcado en dos proyectos editoriales. Uno, el libro Legumbres, semillas comestibles para un futuro sostenible, de la FAO, y otro «La Cocina de Paradores«, elaborado para Paradores de Turismo.
Y todo esto por resumir. Porque Luis hace y ha hecho mucho más.
¿Y a cambio? A cambio la gastronomía le ha dado una manera de vivir la vida y de entenderla, que no es poco, y varios reconocimientos, como los seis premios literarios con los que cuenta, la Medalla de Oro a la Prensa de la Asociación de Cocineros de Madrid, el Premio a la labor periodística de Canal Cocina, el Galardón a la prensa de la Asociación Madrileña de Empresarios de Restaurantes y… como no, el Premio Nacional de Gastronomía a la Mejor Labor Periodística.
Ahí es nada.
Luis y Gastronomicom. Alma laboris
Los que le rodeamos y amamos la gastronomía, le damos las gracias por todo ello. Y los que trabajamos aquí, le agradecemos que, un año, tras muchos viendo, viviendo y sufriendo la carencia de difusión de la que adolecía nuestra gastronomía, se subiera al carro de Ana Mediavilla y su idea de crear Gastronomicom News, una agencia que, citemos a Machado, nació con la intención de dar a conocer todo lo que la gastronomía española pudiera tener de hospitalaria. Ana, de sangre jacobina, se convirtió en alma mater de la agencia, y Luis, de manantial sereno, en su alma laboris, Así se creó una agencia y un modo de hacer las cosas que es, en el buen sentido de la palabra, buena.
A la ladera de Luis, siempre ligado a Gastronomicom, pero también siempre independiente al día a día de la agencia, se fue construyendo un micromundo que ha servido, sirve y esperemos que siga sirviendo por muchos años, de plataforma, incluso de lanzadera -palabra muy del uso de hoy- al entorno gastronómico y culinario español. Gastronomicom ha contribuido, junto a otras agencias veteranas, a realzar un sector falto aún de voces que lo realzaran o, más bien, falto de voces que gritaran por él y por su legítimo talento. Ésa sigue siendo nuestra labor.
Nada más. Gracias Luis, enhorabuena Luis Cepeda.
Un orgullo para todos los que trabajamos a tu ladera.