Sus notas frutales exaltan la esencia de un potaje de fundamento vegetal, nada complejo, pero muy sabroso debido a la triple conjugación de garbanzos, espinacas y bacalao, un pleno en armonía que refrenda el paladar popular. Los sabores primarios y el agradable paso en boca de un tinto tan jovial, dotado de la estructura derivada de su moderado paso por barrica -con los sutiles aromas ahumados y especiados que ello le añade-, enriquecen al más tradicional de los guisos de Cuaresma.
Potaje de Vigilia